CRÓNICA
Venezuela

Daiber Jesús y los otros 69 niños en las cárceles de Maduro: torturados y extorsionados

La última cifra del Foro Penal habla de 70 menores de edad detenidos en las cárceles de Maduro. Sin ninguna garantía legal, los jóvenes han sido brutalmente golpeados y amenazados. Incluso han recibido descargas eléctricas y sufrido todo tipo de vejaciones. "Mi hijo dice que no quiere seguir viviendo", lamenta una madre

De izquierda a derecha: Daiber (lo detuvieron con 15 años), Ángel (16 años), Frenyermi (16) y Miguel (16).
De izquierda a derecha: Daiber (lo detuvieron con 15 años), Ángel (16 años), Frenyermi (16) y Miguel (16).CRÓNICA
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A Daiber Jesús (16 años) le pegaron con una tabla en el cuello, a Diomer (17) le dieron descargas eléctricas, a Yenderson (17) lo golpearon en el estómago, a una chica (de 16) embarazada le obligaron a saltar al grito de «¡te vamos a hacer abortar!». A algunos niños los han amenazado con la muerte, otros han manifestado intenciones suicidas. En la revolución bolivariana encabezada por Nicolás Maduro, ni siquiera los menores de edad tienen aseguradas la libertad y la vida.

Inventar un expediente criminal es la tarea que mejor se le da a la Justicia venezolana. La creatividad es tal que, al ver a un niño inofensivo, alguien piensa «a éste lo podemos encarcelar y acusar de terrorismo, incitación al odio, hurto calificado y resistencia a la autoridad». Ese niño probablemente no sabrá lo que significa la palabra terrorismo. Tampoco habrá tenido tiempo de desarrollar odio ni por el amigo que le ganó en un juego. Su gran hurto, si acaso, habrá sido el de un lápiz a algún compañero de clases; y su mayor muestra de «resistencia a la autoridad», el ver la tele cuando debería estar durmiendo.

Para saber más

Son esos los delitos que se les imputan a los niños encarcelados en Venezuela tras los comicios del 28-J. De los 1.916 presos políticos que registra el Foro Penal, 70 son niños entre 14 y 17 años. Sus madres viven con la incertidumbre de no saber qué será de sus niños en un país donde la Constitución, el Código Orgánico Procesal Penal, la Ley Orgánica de Protección al Niño, Niña y Adolescente (LOPNNA) y los derechos humanos están de adorno. Desde las elecciones, incluso dos niños, de 15 y 17 años, fueron asesinados en la calle.

El 2 de agosto, Diomer Gerardo Gómez estaba en la esquina de su casa cuando llegó la Policía Nacional Bolivariana (PNB). Lo buscaban «por participar en las protestas del 29 de julio». Aunque protestar fuese un delito, Diomer no estuvo en ninguna manifestación, como asegura su hermana Dionexis. Aun así, a este chico de 17 años se lo llevaron esposado, sin orden judicial y sin siquiera saber su nombre.

Diosdado Cabello, ministro de Justicia y Paz, y Tarek William Saab, fiscal general, han insistido en que a los detenidos se les respetan los derechos humanos y que en todos los casos cumplen con el debido proceso. Sin embargo, la mayoría de los familiares denuncia que los niños no tienen fecha de audiencia preliminar o de juicio. Si lo han tenido, han sido sin estar presentes sus representantes, como estipula la ley, y sin un abogado que no sea asignado el Estado.

GOLPES POR UN VÍDEO INCRIMINATORIO

Lo más preocupante es que han sido torturados, principalmente para que se autoincriminen. «Mi hermano sufrió torturas», ejemplifica Dionexis, «electricidad, golpes y le colocaron una capucha para asfixiarlo». Con los maltratos buscaban que el menor grabara un vídeo en el que «tenía que decir que le habían pagado 50 dólares para salir a protestar».

El 29 de julio, Yenderson Martínez estaba en casa de unos amigos en la ciudad de Los Teques (estado Miranda). Unos funcionarios de la PNB ingresaron a la vivienda y se llevaron al joven. El motivo fue el mismo que el de Diomer: «Por participar en las protestas». Y, al igual que Diomer, no asistió a ninguna. Al detenerlo, «lo golpearon en el estómago», según afirma su madre Yamileth.

De izquierda a derecha: Diomer (17 años), Miguel (16), Héctor (detenido con 17 años) y Yenderson (17).
De izquierda a derecha: Diomer (17 años), Miguel (16), Héctor (detenido con 17 años) y Yenderson (17).CRÓNICA

A Daiber Jesús Lucena lo detuvieron el 31 de julio. Además de terrorismo e incitación al odio, lo acusan de resistencia a la autoridad y hurto calificado. Lo relacionan con el robo de una moto que apareció cerca de su casa, al igual que a Ángel Ramírez (16 años). «Cuando llegaron, Daiber no estaba en casa. Estaba tirando la basura», relata a Crónica María Leonela Navas, su madre. «Nos dijeron que, si no aparecía y se iban sin él, iba a ser peor si se lo conseguían por la calle. Entonces lo llamamos, llegó y enseguida lo agarraron en la puerta de mala manera». Por eso a su madre le sorprende que le imputen «resistencia a la autoridad». «¿Qué resistencia a la autoridad? Si se los pusimos en bandeja de plata. Si ellos no se lo llevaban, a lo mejor podía encontrarme a mi hijo muerto», reclama.

Nos dijeron que, si no aparecía y se iban sin él, iba a ser peor si se lo conseguían por la calle... Podía encontrarme a mi hijo muerto

Leonela Navas, madre de Daiber Jesús.

Daiber tenía 15 años cuando lo detuvieron. Cumplió 16 en la cárcel. En la primera visita, le contó a su madre que a él también «querían grabarlo pidiendo perdón a Maduro» y confesando que le habían pagado para protestar. «No quiso hacer el vídeo y le pegaron con una tabla en el cuello». María Leonela está preocupada porque su niño tiene un problema en un brazo. «Siento mucho dolor. Lo único que quiero es que mi hijo salga de ahí», expresa sin contener el llanto al otro lado del teléfono.

Miguel Urbina (16 años) fue detenido el 2 de agosto en la puerta de su casa mientras se comía una golosina. «Le imputan terrorismo. Mi hijo me pregunta que si comerse una parrillita [plato con carne de res] es material estratégico... Lo único que hace es pedir perdón por algo que no hizo». Por negarse a participar en un vídeo inculpatorio fue golpeado, recibió descargas eléctricas y fue amenazado con ponerle una bolsa con gas lacrimógeno en la cabeza. Todo ello lo cuenta su madre Theany Hernández.

Lo único que pedimos es salir de este lugar tan feo. Apóyennos. No aguantamos un día más en este lugar. Sólo somos jóvenes que no tenemos nada que ver con lo que está pasando en el país

Carta de un grupo de menores detenidos en Caracas.

En una protesta de las madres por la liberación de sus hijos, Theany leyó una carta escrita por algunos de los menores privados de libertad. «Lo único que pedimos es salir de este lugar tan feo. Apóyennos. No aguantamos un día más en este lugar. Sólo somos jóvenes que no tenemos nada que ver con lo que está pasando en el país. No somos terroristas, somos inocentes», expresaron Diomer, Deiber, Yenderson, Ángel, Bleider, Héctor, Frenyermi y Miguel, todos ellos apresados en un centro de menores en Caracas.

DETENIDOS JUNTO CON ADULTOS

Los adolescentes deberían estar en centros de menores. No obstante, se sabe que algunos están en cárceles con presos comunes. Tal y como se lee en un informe, publicado en septiembre por la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos de la ONU, «esta falta de división en los centros de detención puso a los niños en una situación de especial vulnerabilidad», que afecta «sobre todo a las niñas, que, en ocasiones, fueron sometidas a vejaciones sexuales mientras permanecieron detenidas junto con adultos».

Los familiares de los 70 niños viven con incertidumbre. «Están allí como si estuviesen secuestrados. Tampoco se sabe cuándo van a ser las audiencias preliminares», confirma la abogada Laura Louza, directora de la asociación civil Acceso a la Justicia. A su vez, informa de todas las leyes que se incumplen, empezando por la LOPNNA. En la misma línea, la misión de la ONU denuncia que los niños detenidos «no contaron con las protecciones procesales que exige la LOPNNA y las normas y estándares internacionales», como «informar a padres o tutores sobre la detención y asegurar la participación de éstos en las audiencias, así como garantizar que la presentación ante un juez se realice dentro de las 24 horas».

Mi hijo me dice: "No puedo dormir porque cuando cierro los ojos y siento que me quedo dormido, empiezo a sentir que me estoy quemando con la electricidad"

Patricia Rivas, madre de Cristian Pérez.

Los niños acumulan imputaciones por las que podrían ser juzgados con la pena máxima constitucional: 30 años de prisión, sin derecho a medidas alternativas de cumplimiento de la pena y otros beneficios procesales. La única defensa que tienen es la que lideran madres u otros familiares cercanos. «Hasta el 13 de septiembre no queríamos declarar por miedo», confiesa Dionexis, quien asume la función de madre con su hermano Diomer, ya que la suya murió. Las madres de los menores privados de libertad en Caracas alzaron la voz y crearon el movimiento Madres en defensa de la verdad.

De la misma forma, tras más de dos meses de zozobra, las madres de siete niños detenidos en Valencia (estado Carabobo) se atrevieron a contar la pesadilla de sus hijos. El periódico local El Carabobeño publicó las historias. Pocos días después, Carla Angola, periodista venezolana, entrevistó por videollamada a cinco de esas madres que se atrevieron a dar la cara en un programa del canal de televisión estadounidense TVV.

Madres de menores de edad detenidos en Venezuela exigen su liberación en una protesta en Caracas.
Madres de menores de edad detenidos en Venezuela exigen su liberación en una protesta en Caracas.

Yennifer Febles, madre de Mariana González (16 años), relató a la periodista Carla Angola que su hija salió a comer perritos calientes con unos amigos. Entonces, unos encapuchados la interceptaron. Uno de ellos, vestido de militar, le ofreció acostarse con él a cambio de su libertad. La adolescente se negó y fue golpeada y encarcelada. «Mi hija fue torturada, tenía las costillas moradas... Me dice que preferiría dormir y no despertar», relata la madre. El adolescente Luis López fue detenido cuando salió a comprar pañales para su bebé. «Estuvo encerrado con adultos enfermos de tuberculosis. Fue torturado... Lo abrazo y me dice: "No me aprietes, mami, que me duele todo". Le colocaron seis chalecos [antibalas] encima», denuncia su madre Dennys Benítez.

Mi hija fue torturada, tenía las costillas moradas... Me dice que preferiría dormir y no despertar

Yennifer Febles, madre de Mariana González (16 años).

Según Patricia Rivas, madre de Cristian Pérez, su niño «tiene el pecho quemado porque le pusieron electricidad en sus tetillas. Tenía las tetillas quemadas, moretones por todos los lados, un hematoma en la cara. Me dice: "No puedo dormir porque cuando cierro los ojos y siento que me quedo dormido, empiezo a sentir que me estoy quemando con la electricidad"». Al menor Luis Herrera también lo han torturado. «Es muy triste cuando tu hijo te dice que no quiere seguir viviendo, que se va a quitar la vida», lamenta Lisbeth Febles, su madre.

Algunos representantes que contaron las calamidades que viven los menores en las cárceles fueron represaliados. La tía de un niño detenido en el estado Lara (Barquisimeto) deniega declarar a este suplemento por ese motivo. «Yo quisiera hablar, pero nos tienen amenazados. Si yo hablo, nos hunden más. Nos piden plata [dinero] para sacarlo... Estamos desesperados», alcanza a justificar.

Las injusticias son infinitas. La misión de la ONU, además, investigó el caso de dos niñas de 15 y 17 años. «Los funcionarios de la GNB que las detuvieron las golpearon, les tiraron del pelo, las tildaron de "perras guarimberas [que protestan]" y a una de ellas la tocaron entre las piernas por encima de su ropa». A otra, «la obligaron a bajarse los pantalones y le tocaron los genitales».

Es muy triste cuando tu hijo te dice que no quiere seguir viviendo, que se va a quitar la vida

Lisbeth Febles, madre del menor Luis Herrera.

Varias organizaciones exigen la liberación de los presos políticos, y de los menores en especial. Los familiares claman por justicia y recuerdan la inocencia de sus chamos (chicos). Diomer terminó el bachillerato en julio e iba a empezar a estudiar Comunicación Social en la universidad. Sus clases comenzaron mientras él era torturado. «Es un muchacho muy alegre, echador de broma. Es un niño que no tiene malos pensamientos», describe Dionexis.

«Yenderson es un chico tranquilo. A veces, tremendo, como todo muchacho», asegura su madre Yamileth. «Daiber siempre quiere jugar básquet... Es un adolescente que tiene 16 años, pero parece un niño chiquito porque se pone a jugar con los más pequeños que él... Es absurdo que lo llamen terrorista», defiende su madre María Leonela. Daiber suplica que lo saquen de la cárcel y dice: «No quiero pasar diciembre aquí». Entretanto, Maduro y su régimen celebran la Navidad con una temática especial: la de terrorismo de Estado.