Michelo usa el perfume "anti-colonia" de Hugo Chávez y juega con los muñecos de Nicolás Maduro (Superbigote) y su esposa Cilia Flores (Cilita). Así lo muestra con orgullo en Instagram. Tiene pocas habilidades para crear contenido en redes sociales, pero aun así exhibe su escaso talento para el humor, el baile y el canto en sus más de 4.390 publicaciones.
Su destreza está en la adulación, especialmente al presidente de facto venezolano. En su perfil, @michelo2.0, Venezuela es un país democrático y seguro que cuenta con un presidente legítimo y una economía en auge. Estados Unidos ("Esclavos Unidos") es el culpable de sus pocos males y el chavismo es la fuerza que lucha contra el imperialismo y mantiene la paz y la alegría de la nación. En fin, un sistema de ensueño que, según Michelo, Javier Milei debería emular en Argentina.
Diego Omar Suárez, Michelo para sus followers, es de Salta, una ciudad norteña argentina. Tiene 32 años y estudió Recursos Humanos, carrera que ejerció por poco tiempo. Renunció a su trabajo para convertirse en "artista callejero". Con un disfraz de robot, e intentando bailar como tal, recolectaba dinero en las calles. También publicaba un contenido en el que ofrecía dinero a niños (1.000 dólares a cada uno) para que se besaran durante 10 segundos ante su cámara. Con ese personaje llegó a YouTube, donde tiene 3,11 millones de seguidores, y a TikTok, donde acumuló 25 millones de seguidores antes de que le cerraran su cuenta, el año pasado.
De bailar como robot pasó a hablar de política, con ideas alineadas al socialismo. El año pasado, el régimen chavista lo captó como influencer blanqueador. El móvil de Michelo registra un mundo que pocos ven en Venezuela: la de la prosperidad. Tanto en Instagram como en YouTube se deshace en elogios al gobierno ilegítimo. Según medios argentinos, sus viajes a Venezuela están financiados por el chavismo, así como su estadía en hoteles de lujo como el Meliá Caracas, donde una noche cuesta unos 180 dólares. Aunque él en sus redes intenta desmentirlo mostrándose en una habitación sencilla en un hotel humilde.
Los vídeos que más indignan a los venezolanos son aquellos en los que canta "Venezuela no es como te dicen las redes, aquí hay mucha paz y un pueblo muy alegre", con el mismo tono de la canción Brother Louie, del grupo ochentero Modern Talking. Con ese lema se pasea por las "seguras" calles del país, usa el transporte público y visita centros comerciales. Igual que Juan Carlos Monedero, al que también ha entrevistado y exaltado en su perfil, se pasó por el centro de torturas de El Helicoide para mostrar su lado benévolo y negar que allí se cometen violaciones a los derechos humanos.
Sobre el gendarme argentino Nahuel Agustín Gallo, detenido arbitrariamente en Venezuela mientras viajaba a visitar a su pareja y a su hijo, Michelo compartió las imágenes en una cárcel que difundió el chavismo y aseguró que "está perfecto, bien cuidadito". La balanza de la justicia, inclinada a la extrema izquierda, sí benefició al influencer de Maduro. El régimen detuvo a una mujer por haberse enfrentado a Michelo y criticarle el estar "viviendo feliz en el país con plata del Estado, mientras los venezolanos pasan hambre". Fue detenida por la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), que posteriormente publicó un vídeo en el que ella, con las manos esposadas y bajo coacción, le pedía "disculpas" a Michelo.
Denunciado en su país
En Argentina consideran que su trabajo como adulador no es inofensivo. El Foro Argentino para la Defensa de la Democracia (FADD), que lideró una investigación que finalizó una orden de captura contra Maduro y otros líderes chavistas, denunció penalmente a Diego Omar Suárez. "Su propaganda contratada por el régimen de Nicolás Maduro tiene por objeto encubrir los delitos de lesa humanidad que se cometen de manera sistemática en Venezuela para generar terror en la población civil", argumentó Tomás Farini, abogado y representante de FADD.
Yamil Santoro, diputado por Buenos Aires, también lo denunció ante la Justicia. "Si te dedicas a ser propagandista de un régimen violador de derechos humanos, condenado en Argentina por delitos de lesa humanidad, que se dedica a usurpar el poder en la República de Venezuela, entre otros tantos delitos, y todo esto lo haces por un poco de guita (dinero) y un poco de fama, en base a la legislación argentina corresponde que termines preso", señaló el parlamentario en su Instagram dirigiéndose a Michelo.
Tras las fraudulentas elecciones, subió distintos reels celebrando la victoria de Maduro y burlándose de Edmundo González y María Corina Machado ("el clon de Milei"). En septiembre dio un discurso en la asamblea controlada por Jorge Rodríguez, justo bajo su mirada. Antes, en agosto, compartió en redes sociales su visita a la Valencia española. En Venezuela también fue un invitado especial en el programa de televisión de Maduro, donde ambos bailaron y cantaron. No pierde oportunidad para abrazar al presidente de facto o a líderes como Diosdado Cabello, su número dos.
Su propaganda contratada por el régimen de Nicolás Maduro tiene por objeto encubrir los delitos de lesa humanidad que se cometen de manera sistemática en Venezuela para generar terror en la población civil
En Venezuela se ha encargado de hacer negocios, pero no sólo con el régimen. Ofrece un curso "para enseñar a las personas cómo funcionan las redes sociales y así combatir a la ultraderecha criminal mundial a través del algoritmo". El coste es de 200 dólares, en un país donde el sueldo mínimo es de cuatro dólares. "No es caro, amigos, es una inversión... 200 dólares no es nada. Si fuera Argentina, te entiendo que no puedas, pero en Venezuela sí puedes", respondía a las críticas.
Nicolás Maduro y Michelo tienen algo en común: al ver sus excentricidades, uno no sabe si reír o llorar, pero finalmente acaban despertando indignación y rechazo. Aunque eso poco le importa al argentino, como tampoco le importan, según dice, las denuncias en su país. Si leyera estas líneas, seguiría en la playa abrazado a un retrato de Maduro, cantando y bailando mientras disfruta de los mimos del chavismo en Venezuela.