CRÓNICA
Controversia por su significado

Parla adelanta la guerra del velo en las aulas: "Antes que quitarme el hiyab, me cambio de instituto"

La decisión de tres institutos de Madrid hace estallar de nuevo la polémica sobre el uso del velo en las aulas. Las alumnas lo defienden y 'amenazan' con dejar el centro si se lo prohíben

Una alumna musulmana entrando a clases, el pasado miércoles.
Una alumna musulmana entrando a clases, el pasado miércoles.Sergio Enríquez-Nistal
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«Es una falta de respeto». Esa es la frase que más se repite entre las adolescentes que llegan ataviadas con su mochila y su velo para asistir a clases en el instituto Narcís Monturiol, ubicado en Parla (Madrid). Son pasadas las ocho de la mañana y ellas, indignadas, dan su opinión sobre el hecho de que les quieran impedir usar el hiyab. Entretanto, el resto de sus compañeros se dirigen en tropel hacia las puertas. Apuran los últimos segundos antes de que suene la campana. Algunos tienen examen a primera hora y dan el último repaso a sus apuntes. Otros avanzan despreocupados porque sólo les espera una clase más.

Es el primer miércoles de marzo y ha pasado exactamente una semana desde que varias alumnas de éste y otros dos institutos bilingües del municipio (el Humanejos y el Nicolás Copérnico) se manifestaran, convocadas por el Sindicato de Estudiantes, en contra de que se quiera prohibir el uso de prendas sobre la cabeza durante el periodo lectivo.

Quienes protestaron no fueron jóvenes con gorras o sombreros, sino chicas musulmanas con sus melenas escondidas bajo el velo. Seguramente serían la envidia de mujeres en Irán o Afganistán, que morirían (en sentido figurado y literal) por manifestarse en sus países. Sólo que lo harían a favor de abolir el velo islámico y serían castigadas y/o asesinadas.

Para saber más

El pasado 26 de febrero, ellas gozaron de su derecho a manifestarse a la par que denunciaron que se estaba atentando contra su derecho de identidad y libertad de religión. Desataron así el debate público poco antes del Día de la Mujer. Las opiniones en España sobre el velo islámico, fundamentadas en distintas formas de interpretar el feminismo, no han faltado. Hay quienes están a favor, quienes están en contra y quienes prefieren mantenerse en un punto medio con un «sí, pero no». El PP y Vox valorarán una propuesta enviada por dos ciudadanas al Congreso para modificar la regulación del uso del hiyab en ámbitos educativos y del burka en espacios públicos.

Fachada del IES Narcís Monturiol.
Fachada del IES Narcís Monturiol.Sergio Enríquez-Nistal

Las profesoras y feministas Sonia Sierra y Elena Ramallo son las impulsoras de esta iniciativa que ya está vigente en otros países. Francia, por ejemplo, prohíbe el uso de símbolos religiosos, incluido el hiyab, dentro de las escuelas públicas. Elena Ramallo fue también una de las promotoras del manifiesto En España, mujeres libres, mujeres sin velo, difundido en redes sociales a principios de año. En él, denunciaron «las campañas del Ministerio de Igualdad de España que promueven y defienden el uso del velo».

A su vez, argumentaron que el velo «lejos de ser un accesorio inocuo, ha simbolizado históricamente la sumisión de la mujer a la religión y al hombre». También, que «es intolerable que este gobierno, mientras denuncia la imposición del velo en otros países, lo defienda en España bajo el pretexto de la diversidad cultural. Este doble rasero evidencia una hipocresía flagrante que no sólo traiciona el principio de coherencia, sino que también atenta contra los derechos de las mujeres, ya lleven velo o no».

PINGANILLOS DEBAJO DEL VELO

Claro que las estudiantes musulmanas de los tres institutos rechazan de plano la idea de desprenderse del velo. «Me parece que no está bien porque en ningún lado de la Constitución pone que se pueda prohibir esto, y aparte es un instituto donde hay todo tipo de religiones, donde tampoco importa si eres lesbiana o eres gay... Si yo soy muy musulmana, soy musulmana. Va en contra de mi libertad... No tiene ningún sentido», expresa una de ellas. «Se supone que España es laica y que nos podemos vestir como queramos. Que ahora, después de tantos años, nos vengan ahora con la excusa de que copiamos, me parece fatal», agrega una compañera.

Según las jóvenes, el principal motivo que les han dado para querer eliminar el velo es evitar que se copien en los exámenes. Alguna chica astuta aprovechó la invisibilidad de sus orejas bajo la tela para copiarse con un pinganillo. «Yo soy una persona afectada y me parece que no están justificadas las razones... Una de ellas es la gestión del tiempo. Nos dijeron que se tardaba mucho revisándonos las orejas antes de los exámenes, que es una normativa que ya está implementada, pues que nos sigan revisando un momento antes y ya está», sugiere otra adolescente con hiyab.

Desde la Consejería de Educación argumentaron que, dado que no existe ninguna normativa sobre el uso del velo a nivel educativo, los centros, «en ejercicio de su autonomía, pueden regular todo lo relacionado con la vestimenta de los alumnos en sus reglamentos de régimen interno, como impedir que utilicen prendas que cubran la cabeza, como gorras o pañuelos, durante el horario lectivo». Este suplemento intentó conocer los argumentos de los institutos, pero uno de ellos aseguró que no emitirían declaraciones a los medios.

Nahia PeciñaEFE

Coral Latorre, secretaria general del Sindicato de Estudiantes, lideró la protesta rodeada de las musulmanas adolescentes. «Yo no llevo hiyab, soy profundamente atea, pero esta lucha también es de todas las que defendemos unas aulas libres de islamofobia, racismo y machismo», gritó al megáfono. «Si tan laicos son, que prohíban la religión católica», sugirió, y con ello desató la euforia de las jóvenes. «¡Queremos estudiar en libertad!», gritó para finalizar su discurso, y el resto lo repitió a coro como lema de protesta.

"HAY GENTE QUE LLEVA CRUCES"

Una semana después, las chicas esgrimen el mismo argumento de Latorre. «No sólo es algo que nos ponemos porque nosotras queremos, sino que para nosotras representa nuestra identidad. Al igual que hay gente que lleva cruces o se tatúa, pues nosotras llevamos el hiyab», dice una adolescente con el rostro enmarcado por el pañuelo. «Nos parece muy mal que se prohíba cuando no molesta a nadie, cuando hay muchos símbolos religiosos como cruces y otras cosas», señala otra.

En España hay más de 2,4 millones de musulmanes, según el Estudio demográfico de la población musulmana, elaborado con datos recogidos hasta el 31 de diciembre de 2023 por la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE) y por el Observatorio Andalusí. La mayoría, por no decir todos, rechazarían la idea de que una mujer no porte el velo y calificarían como «islamofóbico» o «racista» a quien ose pedirlo.

IES Nicolás Copérnico.
IES Nicolás Copérnico.Sergio Enríquez-Nistal

Esos son algunos de los adjetivos que han recibido mujeres como las escritoras Najat El Hachmi o Mimunt Hamido Yahia, mujeres que defienden un feminismo distinto al de personas como Coral Latorre. Ellas crecieron en familias musulmanas y hoy condenan el uso del velo porque legitima una «imposición misógina». «Te obligan a taparte por unas normas, no se nace con un pañuelo en la cabeza. El velo te lo ponen y te educan en normalizar lo que en realidad es una discriminación específica hacia la mujer», explicó El Hachmi en una entrevista para este periódico. Ella misma ha contado que aún le agradece a aquella profesora que le quitó el pañuelo de la cabeza en clase, cuando llegó desde Marruecos a Cataluña siendo una niña. Eso, según ha dicho, la empezó a liberar de la opresión.

Si ahora se les obliga a quitarse el velo, puede pasar que su padre las lleve a su país de origen. Entonces vamos a perder a esas niñas que merecen tener libertad

Khadija Amin, feminista y periodista afgana refugiada en España.

También hay quienes consideran que no se puede buscar que las chicas sean libres mediante la imposición de quitarse el velo. Sobre todo, cuando sus padres están en medio. Así, por un lado, hay gente de acuerdo con que imponer el uso del velo a las mujeres es un acto machista; pero, por otro, critican que se pretenda crear conciencia en ellas mediante una prohibición. La feminista Khadija Amin, periodista afgana refugiada en España, continúa siendo musulmana, pero decidió desprenderse del velo. Comenta que sólo le gusta usarlo por el Ramadán. Ella en España tiene la libertad que no tendría en Afganistán para decidir si cubrir o no su cabello.

Khadija Amin es partidaria de no prohibir el hiyab en las aulas y dejar que las adolescentes «crezcan y decidan» si quieren seguir usándolo. «De momento es algo que para ellas es normal, pero poco a poco aprenden. Les tenemos que dar la oportunidad. Nadie las puede obligar, nadie les puede prohibir. Hay que enseñarles que ellas pueden decidir... Si ahora se les obliga a quitarse el velo, puede pasar que su padre las lleve a su país de origen. Entonces vamos a perder a esas niñas que merecen tener libertad y vivir en un país libre», dice para Crónica.

IES Humanejos, en Parla.
IES Humanejos, en Parla.Sergio Enríquez-Nistal

Además de la propuesta legislativa que valorarán el Partido Popular y Vox para impedir el uso del velo, existen otras puertas abiertas para prohibirlo en diferentes espacios. Sílvia Orriols, alcaldesa de Ripoll (Gerona), planteó una modificación del reglamento para impedir el acceso a cualquier dependencia municipal con el hiyab.

Esta semana, la edil compartió en X (Twitter) un folleto difundido por el Ayuntamiento de Castellvell, gobernado por Esquerra Republicana, en el que invitaban a un evento para conmemorar el 8 de marzo. En él, tres de las ocho mujeres ilustradas figuraban con distintos tipos de pañuelos sobre la cabeza: un hiyab, una amiraq (que también cubre los hombros) y un niqab (que sólo deja ver los ojos).

A su vez, múltiples usuarios han debatido en redes sociales para defender o condenar el uso del velo entre mujeres, niñas y adolescentes en el país. De hecho, 24.000 personas han firmado una iniciativa ciudadana para prohibir el hiyab en las aulas españolas. La meta es de 50.000. La asociación Hazte Oír es quien organiza esta petición de firmas.

Los tres centros de Parla ya piensan en implementar la normativa el próximo año, pero parece ser que no verán el cabello de sus actuales alumnas musulmanas. «Antes que quitarme el hiyab, me cambio de instituto», asevera una de ellas, y no es la única. ¿Primará el derecho a la educación entre las niñas (y sus padres) que se nieguen a desprenderse del velo?