- Crónica El Madrid sale vivo de Bérgamo, donde pierde por lesión a Mbappé
- El cortador de césped Una victoria angustiante
El relato madridista esperaba ese gol de Mbappé, un gol decisivo, de los que rompen un bloqueo, no un gol para llenar el granero. La inesperada situación de compromiso en que ha derivado esta Champions lo servía. Falló en Anfield, en el punto de penalti, pero acertó en Bérgamo para adelantar al Madrid. Fue una acción made in Mbappé: control, zancada y gol. Todo a altísima velocidad y altísima precisión, sin espacio para la duda que crece como la mala hierba en los 11 metros.
El gol en el arranque, con un Madrid dominador, intenso, parecía el preludio de un día feliz, pero no hay gol feliz para Mbappé, no de momento. Poco después de otra carrera en la que lanzó para lucimiento de Carnesecchi, el francés se sentó en el césped con la mirada perdida. No podía continuar.
Los gestos de incredulidad de Ancelotti lo decían todo. Aumenta el consumo de chicles, aunque después de ese masticar desesperado hay que preguntarse y preguntar por esta plaga de lesiones. A su staff, del que forma parte el profesor Pintus, le toca una sentada.
Vinicius, titular, regresaba de una lesión. Rodrygo, que entró por el francés, también había estado de baja. Dos delanteros lejos de su plentiud para sostener un partido exigente, como demostró el Atalanta, ambicioso, sólido y bien trazado por Gasperini. Su buena marcha en la Champions y el liderato de la Serie A no son casualidades. En la Supercopa ya exigió al Madrid, pese a su derrota, lo mismo que en el choque disputado, ayer, en su estadio, hasta la última jugada con el inverosímil remate de Retegui.
Vini no está todavía para sus mejores carreras, pero es letal si le concedes la oportunidad. Un error de los italianos, quizás el único, le dejó el gol junto al papel de regalo. El que ha regresado a su lugar, en cambio, es Bellingham, como demostró con su sexto tanto en seis partidos para poner una distancia en el marcador que jamás fue definitiva.
El inglés está en la dinámica en la que le conoció el Bernabéu. Lo mismo puede decirse de Brahim, lanzador de Mbappé mientras estuvo en el campo y catalizador del juego de ataque en los mejores movimientos del Madrid, que alivia su posición en la Champions pese a las adversidades, aunque la felicidad no pueda ser completa, no para Mbappé.