MADRID
Ocio

Parsa Jafari, el DJ iraní que protesta contra la República Islámica pinchando música 'dance' proscrita en su país en Fabrik ("el parque de atracciones del techno"): "Si mis paisanos me pueden escuchar aunque sea en la clandestinidad de sus móviles..."

Llegó de Teherán a España con 10 años huyendo de la represión de su tierra, donde los clubes y la música de baile están prohibidos por los ayatolás. Desde 2018 trabaja en la discoteca más grande de Madrid y utiliza sus sesiones para reivindicar los derechos de los jóvenes y, sobre todo, de las mujeres

Parsa, en la cabina de DJ de la discoteca Fabrik.
Parsa, en la cabina de DJ de la discoteca Fabrik.E. M.
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Cuesta imaginar un torbellino de mujeres con cimbreantes minifaldas enfilando sus tacones hacia la universidad iraní, o acelerando el pulso de sus escotes en la combustión de cuerpos de la pista de baile de alguna discoteca de Teherán. O bebiendo champán bajo el chispeante cielo de las azoteas persas. Incluso remojándose del bochorno del Medio Oriente con un biquini a la última moda llegado de las magnifique boutiques de París. Como en una fantasía utópica, todas estas postales cotidianas eran el día a día del territorio persa hasta 1979, cuando la Revolución Islámica de los ayatolás derrocó el reinado del sah para imponer una dictadura ultrareligiosa que lleva los preceptos de la ley coránica hasta la las últimas consecuencias.

Huyendo de los tentáculos de la represión, la madre de nuestro protagonista emigró con sus dos hijos a España. Parsa Jafari, el pequeño de los dos hermanos, tenía entonces 10 años. Y atención a la pirueta: hoy es uno de los DJ residentes de la discoteca Fabrik de Madrid, «el gran parque de atracciones de la música techno», dice él todavía con el entusiasmo cándido del novato (aunque Fabrik sea su casa desde 20218), como si no terminara de creerse ese manido mantra tan de taza de té de «los sueños se cumplen».

-¿Qué recuerdos tienes del Irán de antes del exilio?

-Como mi familia sigue teniendo negocios allí, tuve que regresar cuando cumplí la mayoría de edad para hacer los dos años del servicio militar obligatorio. Yo en Madrid ya estaba empezando a pinchar, a hacer mis pinitos con un colectivo de música electrónica que nos hacíamos llamar los Ravers... Y darme de bruces con un estado dictatorial donde todo lo que se asocie con la diversión está prohibido fue durísimo.

Y es que la música techno, de la que Parsa se ha convertido en uno de sus embajadores emergentes, aupado también por lo exótico de su biografía, es tan sólo la punta del iceberg de la ristra de censuras impuestas por los ayatolás. «Sí que hay una escena rock iraní, y también algunos raperos, siempre muy controlados» por el Gobierno y el Cuerpo de la Guardia Islámica (traído a Occidente, algo así como los guardianes de la moral). «Pero el techno se asocia con el baile, con el movimiento de los cuerpos... Y por eso no se permite. Como tampoco se permiten los clubes, el alcohol o tocar a personas de distinto sexo en público».

El DJ en la pista de baile.
El DJ en la pista de baile.E. M.

De sus años de servicio militar, Parsa recuerda que quiso llevar un pedacito de su música a sus paisanos, aunque fuese con el lazo de la clandestinidad. «¿Quién no ha ido nunca a una discoteca?», se pregunta. «Pues la gente de mi generación sólo ha vivido esa experiencia a través de una pantalla. Hacíamos fiestas ilegales en casas, las llamadas house parties, en las que yo pinchaba. Para mí era muy importante hacer allí esto que disfruto tanto cada fin de semana en Madrid, brindarles ese desahogo que se siente en la pista de baile, cuando no importa ni cómo te llamas, ni de dónde eres, ni qué hora es...».

Consciente del poder de sus palabras, Parsa, que se identifica como ateo y cuyo nombre significa 'poder' y 'pureza', rehúsa personificar al enemigo. «Yo no voy contra nadie en concreto, sino contra un estado cuyos preceptos islámicos cercenan las libertades más básicas», reconoce. Y es que Irán ocupa el puesto 176 (de un total de 180) en el Índice Mundial de Libertad de Prensa elaborado por Reporteros sin Fronteras. «Pero la gente ya se ha despertado, no exagero si digo que un 80% de la población se opone al régimen, y se ha cansado de este lavado constante de cerebro». Las redes sociales están siendo la gran palanca de un cambio que comenzó en 2022 tras la muerte de Mahsa Amini a manos de la policía por no llevar el hiyab correctamente.

La oleada de indignación que siguió a su fallecimiento se extendió bajo el grito de guerra Woman, Life, Freedom (Mujer, Vida, Libertad), un eslogan que prendió la mecha de los iraníes. Un eslogan que Parsa recupera ahora como el título de su próximo disco, una bacanal de dark techno que verá la luz en diciembre bajo el sello Dark Ground Records. «La única forma que tengo de ser contestatario es con mi música, que además está proscrita en mi país. Y si mis paisanos me pueden escuchar aunque sea en sus móviles, en sus coches [nunca en público].... me doy por satisfecho. Pero sé que algún día las tornas cambiarán y podré pinchar en la tierra en la que nací».