El jueves 28 de marzo, Orquesta Mondragón, la legendaria banda liderada por Javier Gurruchaga (San Sebastián, 1958), inicia en Madrid la gira del 40 aniversario de su disco Rock and Roll Circus, que recorrerá el resto de España a lo largo de 2025. El concierto, como no podría ser de otra manera, será en la pista del Teatro Circo Price (Ronda de Atocha, 34), donde arrancará este homenaje al primer álbum en directo que el grupo grabó en un concierto en Sevilla en 1985 y en el que se recogían algunos de sus grandes éxitos, como Caperucita feroz, Viaje con nosotros, Bon Voyage, Ponte peluca...
El show, como confirma el propio protagonista, contará con la presencia de la "inefable" cantante neoyorquina Michelle McCain y la violinista Judith Mateo, "además de varias sorpresas que prefiero no revelar". Lo que sí es seguro es que Rock and Roll Circus será un gran espectáculo, lleno de energía, humor y marcha, como acostumbra la banda, que el año que viene celebrará su 50 aniversario sobre los escenarios.
Medio siglo de trayectoria en la que la esencia del grupo continúa vigente en la actualidad, con el directo por bandera. "Siempre hemos reivindicado las actuaciones en vivo. Podemos presumir de ello, de haber cantado y tocado siempre en directo, de tener un sonido fresco, algo que no pueden decir otros porque utilizan otras técnicas fake que dejan mucho que desear. Es verdad que hay mucho cuento y pocas nueces últimamente y el playback se hace cada vez más", nos cuenta el donostiarra días antes del estreno de su gira.
- ¿Ha cambiado mucho vuestra forma de actuar en estos 50 años de trayectoria?
- Hay diferencias en cuanto a la técnica audiovisual, las iluminaciones, los efectos especiales, pero, en realidad, en nuestro caso, tampoco ha cambiado tanto. El show está en la esencia de cómo interpretamos las canciones, de la puesta en escena y de la dinámica. Somos una especie de cabaret de rock and roll con ingredientes de los primeros montajes tipo Elvis o los Rolling, salvando las distancias y siendo mucho más modestos, claro.
- ¿Qué te motiva para seguir sobre los escenarios?
- Lo mismo que cuando me empecé a subir a ellos; la conexión con la gente, estar con el público, ofrecerles lo que sé hacer, cantar, entretener... Así ha sido siempre desde que soy chaval y sigue siendo. Mientras haya salud, siempre hay ganas de dar conciertos. Me gusta mucho leer, escuchar música y pasear, pero lo que más me apetece del mundo es un directo con la Orquesta Mondragón.
- ¿Cómo te preparas para un concierto de dos horas tan movido como el vuestro?
- Cuidando la dieta, porque uno siempre tiene tendencia a engordar en invierno. Y en eso estamos ahora. A ver si bajo unos kilitos comiendo más sano de lo que hago habitualmente.
- ¿Sigues alguna dieta especial?
- Estoy ahora a ver si me funciona una dieta milagro, no voy a contar el secreto, pero consiste en comer mucha proteína, verdura y fruta, y pocos panes, hidratos y dulces. Hay que ser muy disciplinado, nada de pastelería y esas cosas, que me cuesta mucho, porque me encantan.
- ¿Se te conquista por el estómago?
- No, la verdad es que no. Lo que me conquista es un buen concierto, una buena película, un buen libro... En casa siempre hemos comido muy bien; mi madre era cocinera, pero es verdad que he sido bastante melindroso. No soy forofo de las comidas, porque como un poco desordenadamente y eso es lo que me hace engordar. Pero ahí estamos, hoy he ido al endocrino y me ha dicho que he bajado un kilo en una semana, así que estoy contento.
- ¿Cocinas?
- No, nada, no me gusta. Cuando no me queda otro remedio, me hago lo imprescindible, una tortillita, algo sencillo. A mí me gusta que me cocinen, que hay grandes expertos que lo hacen muy bien y es todo un arte. Yo en eso soy el espectador.
- ¿En una sidrería sencilla o en un estrella Michelin?
- En una sidrería. Mis orígenes son populares, sencillos y un restaurante Michelin es demasiado puesto para mí. Una buena sidra en Usúrbil [Guipúzcoa], por ejemplo, es un plan delicioso para mí. Tiene más romanticismo.
- Un plato al que no te puedas resistir.
- No me puedo resistir, pero lo tengo que hacer porque es muy caro, a las angulas.
- ¿Tienes prejuicios con algún tipo de cocina?
- Tengo mis manías. Hay gente que come insectos, por ejemplo, y yo no puedo. Tampoco los pajaritos y ciertos animales que ves los esqueletos gráficamente, no me gustan. No soy muy fan de la carne y el pescado, tengo esos prejuicios desde la más tierna infancia.
- Un lugar donde siempre disfrutes en la mesa.
- En cualquier sitio donde me den bien de comer y con cariño, que es muy importante. Cunado vivían mis padres, era en su casa.
- ¿A quién invitarías a cenar para conocer mejor?
- Es difícil conocer a alguien comiendo, porque mientras comes, el ídolo se va desvirtuando, nos volvemos más vulgares y se te van los mitos. Aun así, una cenita con Mick Jagger, Rober De Niro o Jack Nicholson estaría muy bien.
- ¿Con quién no te sentarías nunca en la mesa?
- Con mucha gente, pero como me quiero llevar bien con todo el mundo, no te lo voy a decir (risas).
- ¿A qué sabe tu vida actualmente?
- A crema de espinacas, que me gusta muchísimo. Sabe a tranquilidad a saber valorar lo que tenemos y a disfrutar muchísimo lo que hacemos. Es lo que hemos aprendido después de una pandemia que se ha llevado a amigos. Uno se da cuenta ahora con más años de que hay que saborear más la vida y aprovechar cada rato.
- ¿Y, a qué sabe la fama?
- Viene muy bien desconectar muchas veces de la fama y, cuando vas por la calle, que no te conozca nadie, estás más tranquilo. La fama no me hace demasiada gracia. Quiero que se reconozca mi trabajo, pero de ahí a no poder vivir tranquilamente... Es un poco coñazo.
- ¿Qué no soportas en la mesa?
- El aburrimiento. En la mesa me gusta que haya siempre conversación, que haya swing. Reunirme para aburrirme, no. Para eso prefiero estar solo.
- ¿De qué te das atracones?
- Estos días estoy más comedido, pero me he pegado algunos apoteósicos de jamón de jabugo. Es mi atracón favorito.
- ¿Qué te cierra el apetito?
- Hay cosas que con sólo olerlas me dan ganas de vomitar... Algunos pescados me echan para atrás.
- ¿A qué le pones picante en tu vida?
- A todo lo que hago, picante y pimienta. Me gusta buscar los cinco pies al gato y reírme de mí mismo, y creo que lo he conseguido, he puesto bastante pimienta a la hora de condimentar mi vida. Si no, hubiese sido muy terrible. Le he puesto humor, algo muy importante que no puedo perder.
- ¿Para qué te falta salero?
- Salero es una palabra que me gusta menos, me suena más como del sur y no tengo el carácter del sur. Me gusta más el picante.
- ¿Te han pillado alguna vez con las manos en la masa?
- Nunca jamás.
- ¿Y te la han dado con queso?
- Sí, más de una vez.
- ¿Está el horno para bollos en España?
- Está la cosa jodida en España y fuera. Hay un ejemplo claro y evidente: tener a Trump en Estados Unidos es algo muy peligroso. Ya lo teníamos con Putin y ahora con Trump, mucho más. Corren tiempos muy difíciles y feos.
- ¿Hay pan para tanto chorizo?
- Chorizos siempre ha habido en todos lados y, por cierto, las alubias de Tolosa con chorizo es un platazo, me encantan.
- ¿Cuándo fue la última vez que te pusiste como un tomate?
- Cuando me da el sol... No suelo ponerme como un tomate, no sé si son los años, pero ya no me atomata nada.
- ¿Qué te tiene frito estos días?
- La lluvia y este frío húmedo. Es una mierda de tiempo el que está haciendo en Madrid. Esperemos que llegue la primavera por fin. El mal tiempo me produce decaimiento.
- ¿Cuándo es tu momento más dulce?
- Cuando te felicitan por algo que te mereces y te reconocen. Un premio es una recompensa que gusta recibir al hacer un esfuerzo. Son momentos que me dan mucho goce.
- ¿Cuándo fue la última vez que montaste un pollo?
- A veces pierdo los nervios en algunos restaurantes o cafeterías porque no te tratan como debía de ser. Hay mucho estrés, pero a veces pierdo los nervios. También los pierdo mucho en las estaciones de tren, por la desastrosa situación actual.
- Un último brindis por...
- Por ti y por mí, porque tengamos mucha salud, mucho amor y dinero... y porque Trump desaparezca pronto. También porque suene rock and roll muchos años y que no lo jubilen, porque muchas de las músicas que llegan hoy en día son un poco terribles. Así que, ¡larga vida al rock and roll!