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El ruido de la calle

Indefensos y sin acuerdo

No hay más que ver un día cualquier debate parlamentario para descubrir el odio que se tienen los partidos

Indefensos y sin acuerdo
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Ante el pacto de la desvergüenza de Trump y Putin para apoderarse de Ucrania, llamando a Zelenski dictador, Europa reacciona o muere. Hace falta una fuerza militar para superar la felonía y la ignominia, con unidad de acción y un mando único, pero la UE va a responder con acuerdos lentos; y España, con polarización extrema.

Según Armando Zerolo, que estuvo en La Brújula con Rafa Latorre, la polaridad no es mala sino necesaria. Es lo que le da vida a la democracia frente al consenso, que apaga los sistemas democráticos al negar el pluralismo y la discusión esencial en el sistema de libertades. Dice el autor que "la polarización, sin embargo, es el gran problema".

En España no hay más que ver un día cualquier debate parlamentario para descubrir el odio que se tienen los partidos y ver que los acuerdos de la nación son imposibles. Aquí es impensable cualquier acuerdo nacional para defendernos. Las flechas están rotas y no hay una mayoría parlamentaria, ni Presupuestos, ni posibilidad de acuerdo entre los partidos grandes ni entre los pequeños.

Es sabido que los conflictos se resuelven por el acuerdo o la violencia, y tanto Europa como España necesitarían consenso para el nuevo desorden mundial, con tres imperios. Consenso no es el abandono de los principios.

La falta de pactos básicos en política interior es grave; y en política exterior, suicida. Solo hubo acuerdos de los partidos durante la Transición, gracias al Rey y a los partidos del exilio. Pero hemos llegado a un punto de cordones sanitarios que hacen imposible cualquier salida. Ahora sí que ha cambiado el miedo de bando. Ante la indefensión, los dos grandes partidos se devoran cuando la guerra aprieta y sería necesario organizar una política de defensa.

En casos como este, por muy mal que se lleven los políticos, tienen que ponerse de acuerdo. No hay que hacer caso a los fóbicos del caos, a los independentistas y los populistas, que detestan los cambios si no son para peor, y hay que llegar a un acuerdo nacional para defendernos del imperialismo, en un proceso de destrucción creativa que amenaza con bombas atómicas.

Los partidos con una devoción fetichista en torno a un líder tienen que pensar que para mantener un Estado se precisa, según Maquiavelo, un ejército propio, el consenso del pueblo y la virtud del príncipe.