- Por empezar con un topicazo. ¿Cómo han sido la salida y la entrada del 2024?
- Tenía unas ganas locas de cerrar el maldito año bisiesto. De desterrarlo de una vez por todas y meter el pie en el 25. Lo hice, eso sí, muy bien rodeada de las 34 personas que vinieron a mi casa en Nochevieja.
- Se puso usted los galones de matriarca...
- A cada uno se le da bien una cosa. Y a mí lo que siempre me ha funcionado es ser una persona de acción. Resolver cosas me tiene ocupada.
- Ya me la estoy imaginando con el delantal puesto, a lo póster.
- Nunca he tenido mucho tiempo porque he tenido mucho curro. Y con tres hijas, he hecho lo que he podido. Pero se me da muy bien mandar. Y he de decirte que tengo soltura en la cocina. Los platos de cuchara los bordo: un cocido, unas lentejas... Aunque tengo dos asignaturas pendientes: las croquetas y la ensaladilla.
- Ya sabe que lo del 31 es para hacer balance y esas supercherías. Después de la tormenta, ¿en qué momento vital está?
- He alcanzado cierta paz porque he aprendido a distanciarme de cosas. El 24, como todo el mundo sabe tras la muerte de mi hermano, ha sido bastante convulso para mí. Pero la sedación no ha entrado jamás en mis planes. La vida a veces hay que sufrirla, también es dolor, y el dolor enseña mucho.
- ¿Por ejemplo?
- Cuando sientes dolor de verdad, y te concedes sufrirlo aunque sea insoportable, luego consigues ver todo con mucha más perspectiva.
- ¿Ha llorado mucho?
- Creo que en este 2024 he batido el récord. La última vez ha sido la noche del 31 de diciembre, porque era la primera vez que se quedaba una silla vacía en casa. Pero he descubierto el poder terapéutico de llorar. Ya no le tengo miedo, ya no me considero más débil por hacerlo. Llorar limpia y te renueva.
- Pero el palo ha sido... Casi prefiero que me lo defina usted.
- Tremendo. Pero tengo la suerte de tener una cabeza bastante optimista y una buena química cerebral, heredada de mi madre. Y uno de los mayores bálsamos que he encontrado, que además es alo que me pasa desde siempre, es cuidando a otros, a mi familia.
- ¿Cuál es el recuerdo más bonito que le ha dejado su hermano?
- Era la persona que más me cuidaba, porque yo, en momentos muy difíciles, también le cuidé mucho a él. Cuando recuperó el sendero, me lo devolvió con mucho cariño. Hay gente a la que le cuesta transmitir sus sentimientos, y él era todo lo contrario.
- ¿Y ahora quién la cuida a usted?
- Me cuesta mucho dejarme mimar y de hecho he encontrado cierto bálsamo en cuidar yo de los demás. Pero hay mucha gente queriendo ayudarme. Incluso mis hijas, que se han comportado como unas auténticas mujercitas.
- ¿Cuál ha sido la mayor decepción y la mayor sorpresa que le queda de aquella pesadilla?
- Hubo gente que me rodea que, cuando pasó lo de mi hermano, no estuvo ahí. Pero luego recibí mensajes de apoyo de personas de todos los grupos políticos: PP, Vox, Podemos... Y mis amigos, que no me dejaron sola ni un momento. En los primeros días, trajeron un altavoz a ,o casa porque me gusta mucho la música, y no paró de sonar ni un solo minuto. Y cuando se iban unos ya estaban llamando otros al telefonillo. Y yo soy una persona que también disfruta mucho de su soledad, masticar las cosas en silencio... Pero no me dejaron. Y fue muy bonito. Y en el otro extremo está el ruido mediático que se produjo. Aunque yo conozco el trabajo periodístico, lo entiendo y me parece vital para nuestra democracia. Sobre todo el periodismo honesto, porque el deshonesto me provoca bastante desprecio.
- Hubo titulares que debieron ser como puñaladas.
- Yo no quise leer nada, absolutamente nada de prensa, porque no podía. Lo hice luego, muy a posteriori. Y te puedo decir, yo que soy una loca de las estadísticas, que el 60% de lo que se publicó era mentira. Llegué a hablar con un periodista y le dije: 'Esto no fue así'. Y él sabía que yo tenía razón. Entonces, cuando tú deliberadamente pones por delante los clicks que pueda tener tu noticia al dolor de una familia, has vendido tu alma al diablo y te has convertido en basura. Pero también entiendo cómo funciona un periódico, las prisas, o ciertas situaciones de precariedad de la profesión... Y acepto que puede haber errores. Sé distinguir la buena fe de la mala fe.
- Menuda universidad es la política. Hizo usted más mili que un general.
- Fíjate. Cuando dejé la política, y hasta hace relativamente poco, Albert Ribera me decía: 'Pero, ¿no te terminas de desintoxicar?'. Porque estaba enganchada. Pero ahora me está empezando a resultar muy tediosa, muy aburrida, demasiado predecible. Demasiado elemental, analfabeta, casi estúpida. Me produce mucho rechazo saber qué van a decir los de un lado y los del otro.
- Por su regreso, entonces, ni me molesto en preguntar.
- Es que cuando los políticos van por la calle, la gente les dice: 'Dales caña, dales caña'. Y ese 'dales caña' no va a arreglar los problemas de la gente, que no son pocos. Así que por primera vez en mi vida estoy dejando de escuchar política, de leer política... Y me he pasado directamente a la novela.
- Me ha dicho el director de este periódico que estas nuevas entrevistas tienen que ser gamberras. Écheme un cable. Usted es gamberra en...
- Soy una Begoña bastante rockera y una mariliendre de libro con mis amigos gays. Soy una Begoña que cuando está con sus hijas mayores se ríe con ellas con cosas políticamente incorrectas que aquí son inconfesables...
- ¿La fama cuesta? ¿O también es un caramelito que apetece de vez en cuando?
- A mí la gente siempre me ha tratado muy bien por la calle, porque está feo que yo lo diga, pero soy bastante enrollada. Así que no puedo quejarme. Sé donde tengo que ir a tomar el chocolate con churros el domingo, me voy al aperitivo a Chueca con amigos... Y nunca tengo ningún problema. No sé si el presidente del Gobierno, por las imágenes que se ven en las noticias, puede decir lo mismo... Y es que hoy el político se ha convertido en saco de boxeo en el que la sociedad expía sus culpas y al que se culpa de todo.
- Entonces, ¿la culpa es de los políticos o de la sociedad?
- La sociedad debería hacer autoexamen. Porque los políticos son lo que la gente vota.
- Volvamos a las frivolidades. ¿Vícios confesables?
- Fumar, aunque dejarlo es mi propósito de Año Nuevo. Y se me da fatal aparcar. O llegar al coche cuando se ha pasado el ticket de la hora y siempre me encuentro la receta de recuerdo. Y jamás, jamás en la vida he hecho ninguna triquiñuela para que me quiten una multa.
- ¿Es usted enamoradiza?
- La verdad es que muy poco.
- Pues se acaba de publicar en estas mismas páginas que tiene usted una nueva ilusión...
- Prefiero no hablar de eso. Ya sabes: confirmar, negar, entrar en un círculo vicioso...
- ¿Está feliz, al menos?
- Pues... sí. Estoy muy contenta.
- ¿Y le hemos pedido algo a los Reyes Magos?
- Salud para los míos. Viajar. Y que dentro de unos días, cuando mi hija mayor se examine del carné de conducir, nos vayamos las dos juntas a dar una vuelta en el coche.
- Sin multas, por favor se lo pido...
- Eso, eso. Sin multas.
Entrevista no vista
Begoña Villacís: "En momentos muy difíciles yo cuidé mucho a mi hermano, y cuando recuperó el sendero él me lo devolvió; era la persona que más me cuidaba, y ahora, para mí, es un bálsamo cuidar de los demás"
Fue vicealcaldesa de popularidad superlativa, pero la política, siempre caprichosa, la retiró para contemplar el 'circo' desde la barrera. Acaba de dar carpetazo a su año más duro, el del asesinato de su hermano, y ha decidido meter un pie en el 2025 con toda la ilusión