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A diferencia de su abuelo Aristóteles Onassis, de quien recientemente se conmemoró el 50 aniversario de su fallecimiento, a su nieta Athina le repelen por completo los medios de comunicación. Tal es así que en los últimos tres años desapareció por completo, ni una sola imagen en ningún periódico o revista, hasta que el pasado 11 de marzo por la noche apareció por sorpresa en la cena de los Amigos del Centro Pompidou de París, antes de que este cierre por una remodelación completa durante los próximos cinco años.
Como era de prever, la multimillonaria francesa asistió muy bien acompañada por sus amigos como el interiorista galo Arnaud Cabri-Wiltzer y la aristócrata e influencer española Inés de Cominges, casada con el también aristócrata belga François du Chastel de la Howarderie. Athina lucía un vestido negro con pedrería, la melena suelta y extremadamente delgada. Según Point de Vue, la última vez que se vio públicamente a la nieta del armador griego fue hace casi tres años en la elitista competición de saltos Longines Paris Eiffel Jumping.
Ni tan siquiera la celebración de su 40º cumpleaños el pasado 29 de enero fue publicitada. El último gran evento social al que asistió Athina fue el segundo enlace de su amiga Marta Ortega con Carlos Torretta en 2018 en el centro hípico Casas Novas (A Coruña), propiedad de Amancio, padre de la novia, el hombre más rico de España y el noveno del mundo con 114.000 millones de dólares, según Forbes.
A Athina Onassis se le denomina habitualmente 'pobre niña rica', el mismo oxímoron por el que era conocida Barbara Hutton, porque a pesar de ser una de las mujeres más ricas del mundo, su vida personal ha estado colmada de dramas. El último de ellos le atravesó literalmente el corazón cuando su marido, el también jinete brasileño Álvaro Affonso 'Doda' Miranda, le fue infiel. Diez años después de casarse, en 2017, llegó el divorcio.
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La pareja se conoció en la escuela de equitación del millonario brasileño Nelson Pessoa, amigo de Thierry Roussel, padre de Athina, con quien en los últimos años mantiene una relación fría. En aquel momento, Doda estaba inmerso en una gran tristeza porque su pareja, Cibele Dorsa, y madre de su hija Viviane, le acababa de dejar. Desde que se cruzaran sus miradas, Athina y Doda se convirtieron en cómplices a pesar de que él es doce años mayor. El enlace se celebró en diciembre de 2005 en el Museo de Arte de la Fundación María Luisa y Oscar Americano de Sao Paulo (Brasil) a la que asistieron unos 1.300 invitados con la vigilancia constante de un helicóptero para evitar que los fotógrafos captaran imágenes de la ceremonia.
Mientras duró la relación, Athina fue como una segunda madre para Viviane, que quería a la millonaria con locura. El cariño entre ellas era fortísimo. Y aún más estrecharon lazos cuando se supo que Cibele, la madre de la niña, se había suicidado, al igual que había hecho su novio dos meses antes. Mientras duró su amor, la pareja vivió entre las mansiones que ella poseía en Holanda, Bélgica y Brasil
En 2015, Athina dio carpetazo a su matrimonio cuando se enteró de la infidelidad en la residencia del matrimonio en Wellington (Florida), que la millonaria no tardaría en vender. A pesar del acuerdo prenupcial, Doda se llevó en total unos 100 millones de euros. La nieta de Aristóteles Onassis y Stavros Livanos no se ha vuelto a casar y la única amistad especial que se le ha conocido data de 2017, con el jinete italiano Alberto Zorzi.
Athina lleva las desgracias desde la cuna. Su madre, Christina, la quería con locura e hizo de tripas corazón por su cuarto marido, Thierry Roussel (72) incluso le fue infiel mientras estuvo embarazada con la modelo sueca Gaby Landhage, quien cinco meses después del nacimiento de Athina dio a luz a Erik. El matrimonio tiene otros dos hijos, Sandrine (37) y Johanna (33). La familia Roussel fue muy conocida en los 80 no solo por los Onassis, sino porque vendieron su vasta propiedad a Adnan Kashoggui en Marbella a la que llamaron La Baraka. Tras caer en la bancarrota, la propiedad se vendió y actualmente es donde se asienta la urbanización más exclusiva del mundo, La Zagaleta.
Christina siempre tuvo complejos por su sobrepeso. Cada vez que le mostraban el más mínimo caso se encariñaba demasiado hasta llegar a casarse. En más de una ocasión acudía a la clínica Buchinger de la Costa del Sol para adelgazar, acudir a los saraos más importantes y enamorarse de Carlos Falcó. En conversación con ABC, el marqués de Griñón llegó a confesar: "Me dijo que yo era el único al que no le importaba su dinero".
Madre e hija vivieron como reinas en un vasto apartamento en el 88 de la avenida Foch, en el mismo edificio donde también llegó a residir Aristóteles. Christina estaba tan eufórica con el nacimiento de su única hija que en su residencia mandó hacer para Athina una suite con tres habitaciones en las que destacaban como juguetes un Rolls Royce en miniatura que la pequeña conducía y un caballito balancín engastado con diamantes. Fue en este lujoso apartamento que vendió nuestra protagonista por 10 millones de dólares en 2005 donde se habló por última vez con su madre, fallecida a causa de un edema pulmonar a los 37 años en 1988 en Argentina.
En ese afán por querer desprenderse del legado Onassis también figura la venta de la isla egipcia Skorpios, de la que se deshizo en 2013 por 100 millones de dólares. Se la quedó el milmillonario ruso Dmitry Rybolovlev. Fue allí donde pillaron a Jacqueline Kennedy, segunda esposa del armador, completamente desnuda.
Si se tira de árbol genealógico, existen historias terribles en la familia de Athina. Su abuela Tina murió de sobredosis con 45 años tras estar casada con Aristóteles, John Spencer-Churchill y Stavros Niarchos, enemigo acérrimo de Ari. Su hermana Eugenia Livanos, que también estuvo casada con Niarchos, falleció también de sobredosis de barbitúricos a los 43 años.
Alexander Onassis, su tío paterno, se estrelló con su avión en 1973 con tan solo 24 años. Aquello sumió en una profunda depresión a Aristóteles, que veía en él a su heredero ideal. En esa época, Aristóteles estaba casado con Jackie Kennedy, que siempre mantuvo una agria actitud con Christina que se intensificó con la muerte de Ari mientras la ex primera dama de Estados Unidos estaba gastando parte de la fortuna familiar en fruslerías.