Todavía se libraba la Guerra Fría en noviembre de 1980 cuando The Clash, excelente banda rock británica de ascendencia punk e influencias jamaicanas, publicaba un single que arremetía contra la conscripción forzosa. Joe Strummer, apasionado de nuestra Guerra Civil que llegó a vivir en Granada, cantaba: «De ti depende no atender la llamada a filas / ¡No quiero morir! / De ti depende no atender la llamada a filas / ¡No quiero matar!». ¿Acaso no podrían haberla cantado los personajes de la cultura que se congregaron hace unos días en Madrid para desempolvar ese «¡No a la guerra!» de cuando Aznar y la Guerra del Golfo?
Sucede que, como ha recordado David Mejía, la extrema izquierda no se opone a todas las violencias; solo a aquella cuyos fines no comparte. Baste señalar que The Call Up forma parte de un álbum titulado... Sandinista! Aclaro a los jóvenes que la guerrilla sandinista liderada por el comandante Daniel Ortega acababa de derrocar al dictador Anastasio Somoza; medio siglo después, el pobre Joe Strummer cría malvas y Ortega sigue al frente de la dictadura que él mismo impuso a los nicaragüenses. Ya se sabe: libertad, ¿para qué?
Volvamos al presente: nuestros pseudopacifistas se oponen al rearme de una Europa que contaba con el respaldo militar de Estados Unidos y ahora —Trump mediante— va camino de perderlo. Pero Aznar ya no está: los socialistas hacen equilibrios entre una izquierda poscomunista que apoya a Putin (igual que Vox) y las exigencias de sus socios europeos. Ciertamente, no es fácil convencer a los ciudadanos de la oportunidad de invertir en defensa; campañas tan ridículas como la del kit de supervivencia de la Comisión Europea reforzarán su escepticismo. Tampoco las apelaciones a la patria europea servirán de mucho: la UE nació para evitar las guerras y ahora no sabe qué hacer con ellas.
Sánchez sí lo sabe: se declara fervoroso atlantista y a la vez computa las pensiones de los militares como gasto en Defensa. ¡El estilo es el hombre! Por algo dice The Economist que Europa debe subir el presupuesto militar, no limitarse a fingir que lo hace. Dicho esto, no se trata de perder la cabeza; solo de modernizar nuestras fuerzas armadas e integrarlas a nivel europeo. ¿Por qué? Tal como descubren los inmigrantes de La puerta del cielo, gran western de Michael Cimino, no siempre elegimos a nuestros enemigos; a veces, el enemigo nos elige. Aunque nadie quiere la guerra, en fin, hemos de poder defendernos: solo así permaneceremos a salvo.